En Cali, ciudad reconocida internacionalmente como Capital Mundial de la Salsa, existe un movimiento musical que durante décadas ha resistido en silencio y con fuerza: el jazz. Aunque para muchos este género parecía reservado a una élite, la realidad es que sus notas han marcado espacios, historias y escenarios que hoy conforman una ruta cultural consolidada en la ciudad.
La prueba más visible de esa permanencia es el Festival Ajazzgo, que del 9 al 13 de septiembre celebrará su edición número 25. Este Encuentro de Creadores de Jazz Fusión y Experimental traerá a artistas de distintas latitudes como Richard Bona, Tom Diakité, Mauro Zazzarini, Minor Sing y Pitekus, reafirmando que en la Capital de la Salsa también se escucha y se disfruta del jazz.
La iniciativa ha sido reconocida a lo largo de los años con lemas como “Seguimos dando lora” y “Gallo fino no se rinde”, reflejando la persistencia de un público informado y apasionado. Para la maestra Beatriz Monsalve, una de las fundadoras del evento, Ajazzgo ha logrado derribar mitos, demostrando que este género no es exclusivo de expertos sino una herencia viva y diversa.
Los orígenes de esta tradición en Cali se remontan a los años 80. En ese entonces, figuras como Diego Pombo recuerdan espacios donde el jazz encontraba refugio: el Hotel Intercontinental, el bar Las Columnas, Manricuras en Vipasa y, sobre todo, el mítico Don Mateo. Allí se vivieron noches inolvidables con jam sessions en las que participaron Paco de Lucía y músicos locales hasta el amanecer.
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Por esa época, la ciudad recibió a grandes nombres del jazz mundial como Dizzy Gillespie, Gerry Mulligan y Ray Barreto. Aunque se trataba de un público reducido, la semilla quedó sembrada. Décadas después, pese a la crisis de los años 90, surgieron nuevos referentes como el maestro Jaime Henao, quien no solo formó varias generaciones de músicos desde el Conservatorio de Bellas Artes, sino que además fundó la escuela El Colectivo, especializada en este género.
Henao también creó el bar Punto Baré, uno de los pocos dedicados al jazz en Cali, y ha promovido festivales como Sevijazz y Utopía Jazz. Estos espacios se suman a otros escenarios que hoy mantienen encendida la llama de este estilo musical: Teatro Salamandra, Madame Blue, Macondo, El Patio de la Tertulia y la Universidad del Valle.
El 2025 será nuevamente un año clave para el jazz en Colombia. Durante septiembre, varias ciudades se unirán en un circuito de festivales: Ajazzgo en Cali, Jazz al Parque en Bogotá, Medejazz en Medellín, Pastojazz en Nariño, el Festival de Jazz de Mompox en Bolívar y el Festival Internacional de Jazz de Colsubsidio en la capital. Una muestra clara de que este género no solo resiste, sino que crece y se expande con fuerza en el país.
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