Hay zonas del país en donde el paso del conflicto armado ha dejado una huella mucho más traumática que en otras. Bojayá (Chocó) es un ejemplo de esto. Tras casi dos décadas, los bojayaseños por fin pueden darles el último adiós a sus seres queridos que terminaron siendo víctimas inocentes de una masacre que se perpetró el 2 de mayo de 2002, pues apenas el pasado 11 de noviembre, 17 años y seis meses después, las familias de las víctimas de esta masacre por fin recibieron los cuerpos de sus seres queridos para darles el último adiós como se lo merecen.
Fueron en total 72 cuerpos de las 79 víctimas que lograron ser plenamente identificadas; no obstante, hasta Vigía del Fuerte, municipio antioqueño aledaño a Bojayá, llegaron 99 cofres provenientes de Medellín, varios de ellos como símbolo de quienes no se lograron identificar, y hasta de los niños no nacidos, pues en esa masacre también murieron mujeres embarazadas.
Desde entonces, no han parado las ceremonias.
¿Dónde estaban los cuerpos?
Los cuerpos, o al menos lo que quedaba de quienes fallecieron ese 2 de mayo en la iglesia de Bellavista, terminaron en varias fosas comunes y tiempo después fueron trasladados a un cementerio. Sin embargo, ese traslado no se realizó bajo ningún tipo de precaución ni proceso de identificación, razón suficiente para que el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá le insistiera al Gobierno exhumarlos e identificarlos.Pero fue hasta 2017 cuando por fin fueron escuchados y esas labores se empezaron a llevar a cabo por parte de Medicina Legal, en Medellín.
El periodista Fabio Larrahondo realizó una crónica sobre lo que fue este nuevo capítulo de la triste historia:
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