El Informe GAR 2025, presentado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), expone una realidad inquietante: el mundo continúa destinando la mayoría de sus recursos a la reconstrucción después de una emergencia, y no a evitarla. El documento, elaborado con aportes de gobiernos, academia y entidades internacionales, reafirma que solo el 4 % del presupuesto global para riesgos se utiliza en prevención y conocimiento, mientras que el 96 % se dirige a recuperación y ayuda humanitaria.
El informe advierte que el riesgo de desastres crece impulsado por múltiples factores, entre ellos la urbanización sin planificación, el desarrollo inadecuado y la falta de ordenamiento territorial. A esto se suma el impacto del cambio climático, la ocupación de zonas expuestas a amenazas y las construcciones informales en áreas vulnerables. Esta combinación está generando eventos más frecuentes, más severos y con efectos cada vez más costosos para las comunidades.
De acuerdo con el documento, invertir en gestión del riesgo no solo es una medida necesaria, sino también rentable. La prevención reduce pérdidas humanas, protege la economía local y acelera el desarrollo sostenible, mientras que no actuar a tiempo termina generando gastos mucho mayores. El llamado del GAR es claro, cambiar la ecuación para pasar de reconstruir a prevenir.
Las recomendaciones del informe incluyen fortalecer la planificación urbana, mejorar los sistemas de seguros, ampliar los instrumentos financieros y consolidar el conocimiento del riesgo. El enfoque apunta a una articulación entre los sectores público, privado y comunitario para enfrentar amenazas acumuladas y construir territorios resilientes.
El documento subraya que la gestión del riesgo no es solo responsabilidad del Estado. Las comunidades también tienen un papel determinante en la reducción de vulnerabilidades. Una de las principales orientaciones es conocer el riesgo local, es decir, identificar si un barrio, institución educativa, vivienda u oficina se encuentran expuestos a inundaciones, incendios, deslizamientos o sismos.
Entre las acciones recomendadas están participar en simulacros, evitar construcciones en zonas de amenaza, proteger los ecosistemas naturales y reportar situaciones que representen peligro, como taludes inestables o árboles en riesgo de caída. El informe insiste en la importancia de organizar redes y alertas comunitarias, así como exigir que la prevención y las obras de mitigación tengan prioridad en la inversión pública.
Además, plantea que los territorios deben avanzar hacia políticas integradas que involucren clima, desarrollo, finanzas, gobiernos locales, empresas y academia. Solo así será posible enfrentar los riesgos acumulados y disminuir la exposición de las poblaciones más vulnerables.
El GAR 2025 enfatiza que prevenir resulta más económico, más rápido y evita pérdidas irreparables. El mensaje central es contundente, o se invierte en anticipar los riesgos, o el costo se reflejará en vidas humanas y retrocesos sociales. La construcción de comunidades informadas, organizadas y participativas es esencial para fortalecer la resiliencia frente a futuros desastres.
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