Lo que serían unas vacaciones familiares terminó en un hecho trágico en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Un adolescente de 14 años, originario de Cortázar (Guanajuato), perdió la vida tras ser atacado y devorado por cocodrilos en el manglar de Barra de Santa Ana.
De acuerdo con los reportes preliminares, el joven se encontraba junto a su familia realizando actividades de avistamiento de fauna silvestre. Mientras observaba el entorno desde un puente, se recargó en la barandilla, lo que provocó que perdiera el equilibrio y cayera al agua.
En cuestión de segundos, un cocodrilo emergió y atrapó al menor entre sus fauces. El animal lo arrastró hacia el manglar sin dar oportunidad de reacción a los presentes. Testigos relataron que la escena fue de enorme desesperación para los familiares, quienes nada pudieron hacer para rescatarlo.
Tras la alerta, elementos de Protección Civil Municipal, la Policía local y personal de la Fiscalía de Michoacán desplegaron un operativo de búsqueda con lanchas. Pese a los esfuerzos, hasta el momento no se ha logrado localizar el cuerpo del adolescente.
Las autoridades confirmaron que los cocodrilos de la zona representan un riesgo constante para los visitantes, especialmente en áreas donde no existen barreras de seguridad o advertencias claras sobre el peligro.
El suceso en Barra de Santa Ana revive la preocupación por los ataques de reptiles en hábitats naturales cercanos a destinos turísticos. Casos similares se han registrado en otros estados del país, lo que ha encendido las alarmas entre especialistas y autoridades ambientales.
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El 26 de noviembre de 2024, en Villahermosa, Tabasco, un hombre fue atacado y devorado por un cocodrilo en la Laguna de las Ilusiones. La víctima cayó accidentalmente al agua y fue atrapada por un ejemplar de unos dos metros, que lo sumergió hasta ahogarlo.
En aquella ocasión, cuerpos de emergencia lograron recuperar el cadáver tras ahuyentar al animal con una lancha, aunque otros cocodrilos se acercaron para disputar la presa.
Ambos episodios evidencian los peligros de la interacción entre humanos y fauna silvestre en ambientes no controlados. En sitios como manglares, ríos o lagunas, los cocodrilos suelen desplazarse libremente, lo que convierte cualquier descuido en una situación potencialmente fatal.
Expertos subrayan la importancia de instalar medidas preventivas en zonas de alto riesgo, señalización, barreras físicas, monitoreo constante y campañas de concientización a turistas y locales. Sin estas acciones, la cercanía con especies como el cocodrilo puede derivar en tragedias irreparables.
La muerte del menor en Michoacán ha conmocionado a la comunidad y abre nuevamente el debate sobre la falta de regulación en actividades recreativas en áreas naturales, donde la frontera entre turismo y peligro resulta cada vez más delgada.
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