Le dicen ‘El tapahuecos’, y es el personaje al que más agradecen en Jamundí. Su trabajo: tapar los miles de huecos que la Alcaldía no tapa y que no dejan transitar en paz por este municipio.
“Adiós don Wilson, que Dios lo bendiga por ese trabajo”, le grita una mujer que pasa en un automóvil por el sector de Alfaguara, en Jamundí. Wilson Carabalí, estira su mano callosa y recibe un billete de dos mil pesos. Puede ser el número quince del día. Un domingo, de sol a sol, termina con una buena cantidad de estos billetes en el bolsillo.

El ‘Tapahuecos’, como lo llaman en Jamundí, sale a las 5:00 am de su casa en La Balsa, donde vive con “un montón de familia”, entre quienes hay hijos, yernos, nietos… Cuando llega a Jamundí, reclama su pala, un galón de veinte litros y se ubica en uno de tantos puntos donde las vías están llenas de huecos. Ahí comienza su misión: tapar cada una de esas troneras que dan carros, pinchan llantas y causan accidentes en moto, algunas con resultados graves.
Jamundí, que en los últimos diez años triplicó su población debido a la explosión urbanística, derivada de la ‘feria’ de licencias de construcción otorgadas por alcaldes y concejales, no tiene vías en buen estado. La que no está intransitable debido a los huecos, está sin pavimentar. El alcalde Andrés Felipe Ramírez no se ha pronunciado al respecto.
El que sí habla con la gente es don Wilson. Por ejemplo, el sí sabe cuántos huecos tapa en la semana: “Unos 500, porque con este invierno las vías se están dañando”. La gente lo invita a su cuadra y a su barrio, aunque él primero se ocupa de las vías principales: Avenida Cañas Gordas, Avenida Chipayá, entre otras.