La intolerancia, la falta de respeto a la autoridad y la degradación de la familia ya no son una prioridad en Cali.
La ciudad -que aún no se repone de los rezagos que dejó el estallido social- se sorprendió hace unas semanas con las imágenes de unos jóvenes profanando una tumba y jugando con el cadáver que allí reposaba. Este tipo de actos, fuera de cualquier límite, han llevado a que consultemos con expertos sobre las fallas que se han cometido como sociedad en Cali.
El panorama, de acuerdo con la Teniente Adriana Corrales -responsable del grupo de Infancia y Adolescencia- es desalentador. “Vemos que los niños y jóvenes no tienen temor de Dios ni de las autoridades, menos a los padres de familia”.
“Tenemos casos en donde los mismos padres nos han pedido que nos llevemos a los menores porque no saben qué hacer con ellos. Hay una falta de autoridad desde el núcleo familiar”, añadió.
Para la funcionaria policial, “desde la autoridad, los padres, la escuela y el Estado, hemos hallado porque la permisividad y la supuesta libertad se ha tornado más sencillo que establecer disciplina y control”.
El papel de la iglesia
Para el padre José Eugenio Hoyos, director de la Pastoral Social de la Arquidiócesis, este es un tema que le compete a todos, desde los padres hasta las iglesias.
“Trabajando con los comedores comunitarios, visitando las comunas, uno se da cuenta de que hay una ausencia de valores. Ya en las escuelas a los muchachos no se les habla de esa urbanidad ni del respeto, entonces ahora tenemos una cultura de hacer ‘lo que nos da la gana’ y se respeta porque son mis derechos”, expresó el padre.
“Yo creo que esto es un llamado a la familia, porque siempre le echamos la culpa al Estado y éste tiene sólo un porcentaje de la responsabilidad”, acotó.
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Para el religioso, es vital que se hagan campañas en las que los jóvenes puedan sentirse protagonistas, pero no destructores.
Así mismo, considera que las iglesias son fundamentales para este cometido. Además denuncia que, “las sectas satánicas se han incrementado en la ciudad, es un tema que se ve ligado a la brujería y los amarres. Muchos creen en estas cosas, por ello necesitamos mostrar un Dios joven”.
“El alma de los caleños no solo se ha enfermado, también estamos en una dinámica en la que lo que está mal lo vemos como algo bueno y la indiferencia reina en las calles. Nos hace falta una cátedra de solidaridad. En vez de salir a protestar como vándalos, hagamos campañas positivas”, expresó, con preocupación el cura.
Lo que le toca al Estado
Pese a que para la Teniente Corrales, esta generación es mucho más crítica de las instituciones y el sistema en general, sí es vital que se sigan fortaleciendo las campañas desde la autoridad.
La uniformada explicó que en el grupo de Infancia y Adolescencia se adelantan proyectos como el ‘Plan Padrino’, programa ‘Abre tus Ojos’, pedagogía puerta a puerta, con nuestro grupo de Investigación Criminal.
No obstante, para el padre Hoyos el esfuerzo debe ser superior.
“Los nuevos mandatarios deberían promover esto y crear una secretaría que esté orientada hacia el respeto y el amor a la ciudad. Hay que involucrar a los jóvenes en programas de este tipo y hacer que estas apuestas sean masivas”, indicó el cura.
Hoyos cree que hay que promover la cultura a través del arte en las comunas donde más tensiones haya es vital, “porque actualmente en la sociedad pareciera que se premia al maleante y eso no es un ejemplo para los jóvenes. Estamos invirtiendo los valores y eso ha desatado un caos social”.
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La familia y la escuela en Cali
Todos los expertos consultados por este medio coinciden en que los padres y la familia son el núcleo de la situación.
El padre Hoyos indica que, “las familias tienen una dinámica en la que mientras el muchacho esté feliz, pues que hagan lo que quieran. Anteriormente, los papás tenían una visión más grande, ahora éstos le temen a los hijos y les dan una libertad que termina en permisividad”.
Para el sociólogo Holbein Giraldo Paredes -Docente investigador universidad Libre y Universidad del Valle- hay una sociedad en crisis, que es el reflejo de la crisis de la familia. “Cada vez hay más familias disfuncionales, que se reflejan en los problemas de socialización y moralización que tienen las nuevas generaciones”.
Así mismo, para Paola Molina, subsecretaria de Prevención y Cultura Ciudadana, la familia es el centro de todo, desde ahí nacen las necesidades básicas de los jóvenes. Además de esa crianza, está el desarrollo social y emocional.
De acuerdo con el docente Carlos López, “esta es una generación de adolescentes que está creciendo sola, no tienen el acompañamiento adecuado por parte de los padres. Hay que tener en cuenta que las familias de ahora tienden a ser disfuncionales, el núcleo familiar como tal ya se perdió y esto ya pasó a ser un grupo de personas que conviven en un mismo lugar”.
Para el profesor López, la familia se ha degenerado; la escuela está fallando, porque se han limitado solo a lo académico que -si bien es importante- también necesita reforzar el tema de los valores y de lo que en su momento fue la Urbanidad de Carreño.
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Los otros problemas
Para la Teniente Corrales y el docente López, el embarazo a temprana edad es un factor determinante en la crianza de la generación actual. Este tipo de situaciones, en las que a los niños no se les provee de sus necesidades básicas, son detonantes para que mañana el resentimiento y las carencias críen adolescentes promotores del caos y la intolerancia.
Por otro lado, la Subsecretaria Molina, indica que la migración y los cambios a nivel demográfico, también son elementos que han alterado los comportamientos de los ciudadanos.
Las soluciones para los caleños
Para el sociólogo Giraldo, es vital recomponer el tejido social, mejorar la cobertura educativa, incrementar la inversión social y reforzar el tema de cultura ciudadana.
Frente al último punto, la Subsecretaria Molina indicó que el pasado 1 de febrero se radicó la Política Pública de Cultura Ciudadana, con la que se pretende priorizar la inversión social enfocada a proyectos que le apuestan a transformar los comportamientos contrarios a la sana convivencia.
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